Las convivencias escolares son una seña de identidad de la pastoral de los centros educativos cristianos en general y de los centros La Salle, en particular. Para llevarla a cabo, tenemos que seleccionar los mejores ingredientes, no tener prisa en la elaboración y dejar que repose el tiempo necesario.

Los ingredientes que debemos esforzarnos por integrar y que conforman esta experiencia en la que se puede hacer una síntesis para vivir todas las dimensiones de la vida cristiana son el compromiso en las relaciones con las personas del grupo, el sentido de iglesia en el esfuerzo por hacer grupo, la reflexión de la propia historia a la luz de la Palabra, la oración que ayude al encuentro personal con Jesucristo y la celebración gozosa de todo lo que se va viviendo.

En la construcción de las sesiones de la convivencia hay momentos para todo, incluido el juego (de patio o de mesa), es una ocasión que favorece, como en la cocina fusión, la mezcla de todos sus elementos fundamentales: el conocimiento del tutor y del grupo-clase, así como la integración y la amistad entre los miembros de la clase y de los equipos cooperativos, por eso las programamos siempre en los primeros días del curso.

También nos sirve para continuar educando en valores, teniendo muy en cuenta la realidad, la vida y los intereses de cada joven, para ello solemos visionar una película sobre algún tema que nos sirva para reflexionar sobre diversos temas de actualidad, como el acoso escolar, el aborto…, apropiados para cada curso de la Secundaria.

Y no puede faltar un ingrediente fundamental y muy sabroso, como es la interioridad, que trabajamos con Hara, proyecto que forma ya parte de nuestro ADN lasaliano.

Ahora ya solo nos queda esperar a que nuestros alumnos guarden estas vivencias en su corazón, que las degusten con sus cinco sentidos al recordarlas para dar un sabor significativo a esta experiencia vivida y sentida.