El pasado 4 de noviembre La Salle Talavera celebró la Acampada colegial, su XXIII edición. Este año siendo aún más especial ya que era la primera después del COVID. Una noche en la que el tiempo acompañó y permitió disfrutar de divertidos juegos, palomitas y risas con los amigos. 

A las 20.00 del viernes todos los niños apuntados llegaron al colegio cargados con sus sacos de dormir y una gran sonrisa. Por fin había llegado el día que tanto esperaban para pasárselo en grande y poder dormir junto a sus amigos de clase.

Nada más llegar, sentados en círculo, se hizo una reflexión-oración en el patio. Después de colocar los sacos de dormir y cenar para reponer fuerzas comenzaron a jugar con sus monitores a multitud de juegos divertidos. Mientras tanto, tuvo lugar un pequeño descanso para disfrutar de las ricas castañas y palomitas que los padres y madres del AMPA habían preparado con cariño.

Entrada la noche llegó el esperado juego nocturno: “Las pistas de Sherlock Holmes”. Los monitores se disfrazaron y tuvieron que interpretar a diferentes personajes. Los niños divididos en grupos de 4-5 alumnos por clase tenían que buscar a estos personajes e ir superando las diferentes pruebas que les ponían para llegar al premio final. Desde los más pequeños a los más grandes disfrutaron muchísimo del juego y con mucho empeño, unión y alegría poco a poco fueron consiguiendo superar las pruebas con ataques de risa incluidos. Obtendría el premio el equipo que entregase todas las piezas de puzzle que iba consiguiendo en las otras pruebas y pasara una última prueba final. El grupo que antes acabó se llevó ¡una riquísima bolsa de chuches!

Después de una gran noche llena de divertidos juegos llegó la hora de dormir. Entre risas y conversaciones el sueño para algunos tardó en llegar, pero al final todos pudieron descansar.

A la mañana siguiente, el día comenzó de nuevo en círculo en el patio para hacer la reflexión de la mañana y dar gracias a Dios por la gran experiencia que habíamos vivido juntos. Como ya es tradicional, el desayuno les alegró el despertar y con un rico donut y un batido o zumo la tripa se empezó a llenar. Antes de finalizar esta gran acampada colegial, todos recibieron unos bonitos regalos de recuerdo: un monedero y un cepillo de dientes con un reloj de arena. Todos los niños estaban muy contentos con ellos y con el diploma personalizado que cada año consiguen: una felicitación por haber participado en la acampada colegial. 

Sin duda, una experiencia inolvidable. Descansad detectives, ¡misión completa! Al año que viene ¡a por la XXIV edición!