Un grupo de exalumnos de nuestro centro que forman parte del grupo de Gente Pequeña de nuestra ONGD PROYDE Talavera pudimos vivir y experimentar de primera mano una noche de voluntariado en Madrid el pasado fin de semana.
El viernes por la tarde nos reunimos en la estación de autobuses para ir todos juntos: somos una pequeña familia y Javier y Emilio, nuestros profes, son los que nos guían y apoyan.
Al llegar a Madrid nos dirigimos al colegio La Salle San Rafael donde nos recibió su directora, Adela, y el H. Juan Antonio, miembro de la comunidad de hermanos del colegio. Ellos iban a ser nuestros anfitriones por una noche cediéndonos un espacio en el colegio donde dormir. Tras la bienvenida, fuimos a dejar nuestras pertenencias y sacos de dormir, y posteriormente, Adela y el H. Juan Antonio nos enseñaron las distintas instalaciones del colegio. Nos quedamos maravillados con las maravillosas clases que tienen en Primaria y la grandiosa iglesia donde celebran sus actos más multitudinarios del centro.
Tras la pequeña visita por el centro, nos dirigimos a la plaza Dos de Mayo donde está la Iglesia de Nuestra Señora de las Maravillas, sede de la Comunidad de Sant Egidio con los que íbamos a realizar nuestra experiencia de voluntariado. Allí, Carlos fue nuestro anfitrión. En un principio tuvimos una pequeña charla/encuentro con Carlos donde nos explicó la labor que está haciendo la comunidad de Sant Egidio con los más necesitados de Madrid. También le preguntamos sobre sus motivaciones personales que le han hecho participar activamente en esta comunidad. Nos llamó mucho la atención que nos comentaran que la gente que recibe los alimentos que comparte la comunidad no sólo necesitaba comida, sino también un momento de encuentro con los voluntarios con quienes compartir sus problemas y preocupaciones. Las personas que hacen voluntariado diario llevan todo esto agradeciéndoselo a Dios, de hecho antes de ir a dar la cena oramos todos juntos en la iglesia.
Después de la oración, cogimos todo lo que se había preparado como cena y nos encaminamos a la plaza de Tribunal. Cuando llegamos a la plaza nos sorprendió que había bastante gente esperando. A nuestro grupo le asignaron la tarea de repartir el café y el colacao. La gente que acudió a nosotros fue muy amable y al entregarles los vasos te lo agradecían con la mirada o con un gesto. Cuando se nos acabaron las bebidas, se nos acercaron dos hombres, uno al que llamaban el Sevilla y otro que se llamaba Agustín y empezaron a contarnos un poco sobre su vida. Se notaba que estaban ansiosos de hablar con alguien y que no los discriminasen. Poco a poco alrededor nuestra se fue uniendo más gente, más voluntarios que estaban allí, pero que habían repartido otra cosa, y comenzamos a mantener una conversación grupal muy agradable.
Sorprendidos de la experiencia vivida de voluntariado, nos fuimos más tarde todo nuestro grupo a cenar y a dormir. Estos son los momentos que mas hay que aprovechar: somos compañeros que nos conocemos algunos desde los tres años y otros desde los doce. Sea como sea, estas amistades son muy reconfortantes y puedes contar con ellos en cualquier momento.
Por último, queremos dar las gracias a todos los que de una forma u otra han hecho posible que podamos vivir una experiencia tan impactante como esta. MUCHÍSIMAS GRACIAS.