Mientras le quede luz a la estrella…
La esperanza se sembrará, se manifestará y se impondrá.
La esperanza, gestada en el sí valiente de la joven María volverá a ofrecer su voluntad al mundo. La esperanza parida y engendrada en el cuerpo de un niño que, encamado en la cuna improvisada de un pesebre, brindará la promesa de salvación y justicia a los pobres, a los olvidados, a los justos, a los sedientos y a todos los que no son capaces de ver la luz en la oscuridad.
Mientras le quede luz a la estrella…
El hombre será capaz de navegar y orientarse en la oscuridad abismal de los océanos, convencido de que, en algún momento, la luz de un faro brillará en la noche, anunciando su presencia.
Mientras le quede luz a la estrella…
La esperanza recogerá muchas partículas luminosas de ese astro para convertir a aquellos que lo deseen en pequeños haces de luz, en personas lumínicas, de esas que tanta falta hacen en el mundo, para contagiar con su ilusión y confianza a todo aquel que quiera ser contagiado por ello.
Mientras le quede luz a la estrella…
La esperanza impondrá su “mañana, sí”, su “nunca dejes de creer”, su “fe en lo imposible”, sus panes y sus peces.
El tiempo de Adviento ya está aquí y con él, el tiempo del recuerdo de que sí, que es verdad, que Jesús volverá a nacer, a traernos el amor prometido, la mano fuerte que nos acoge, la huella que guiará nuestros pasos, la salvación y la resurrección.
Mientras le quede luz a la estrella…
Creeremos, con la maś absoluta pasión y certeza que, como dice Byun Chul Han, “quien tiene esperanza confía en lo imprevisible, cuenta que haya posibilidades contra toda probabilidad”.
R. F. N.