No podemos obviar que vivimos en un mundo repleto de pantallas, tanto niños, como adolecentes y adultos pasamos gran parte de nuestros días delante de ellas; un estudio de 2014 realizado en el Reino Unido reporta un uso combinado por parte de niños y adolescentes de entre 5 y 16 años de las NT- televisión, videojuegos, música, Internet, móviles- de 8,3 horas diarias. Cifras realmente elevadas ya que si sumamos a esa cifra las horas que se dedican al colegio, a comer, bañarse, dormir…etc., nos pasamos de las 24 horas que tiene el día. ¿Cómo sucede esto? Pues sencillamente porque nuestros hijos ven la pantalla en modo, multitarea, es decir, usan varias tecnologías a la vez. Algunos ejemplos que a todos nos pueden resultar familiares son: Mientras comen ven dibujos en la Tablet, mientras hacen sus deberes, leen y responden un WhatsApp; mientras juegan con la videoconsola, hablan con sus amigos… Por ello, os preguntamos ¿Realmente creéis que pueden prestar la misma atención que si solo se dedicaran hacer una sola tarea? La respuesta desde la evidencia científica es negativa. Para prestarle la atención que requiere debemos centrarnos en una actividad tanto niños, jóvenes como adultos.
Ante esta rotunda realidad nos pueden surgir preguntas tales como: ¿los niños aprenden a través de las pantallas? ¿A qué edad es recomendable o no iniciar su uso?
En primer lugar, las NT nos van ofrecer ventajas más que evidentes tanto en el ámbito educativo como en casa, siempre que hagamos un buen uso de ellas; es decir, no las usaremos de cualquier manera, tampoco a cualquier edad y mucho menos con un tiempo de exposición ilimitado. Dichas ventajas en el aprendizaje llegarán a término, siempre que las NT estén bajo la supervisión e interacción de un adulto; con esto nos referimos a hacer un buen uso de ellas. Los niños aprenderán a través de las pantallas siempre y cuando sea a través de nuestra mirada e interacción. Al igual que tenemos claro que nunca dejaríamos a nuestros hijos pequeños solos en el parque, por el peligro que ello puede conllevar, tampoco deberíamos dejar a nuestros hijos solos ante un mundo virtual, con acceso a otro tipo de peligros.
Por ello, una pantalla sin la intervención de un adulto, no puede asumir ese papel, de enseñanza, porque la pantalla en sí misma, no calibra la información que pasa por el niño. El niño recibe tal como es, sin filtro, lo que emite la pantalla.
Respecto a la edad recomendada de usar las NT, tanto la Academia Americana de Pediatría como la OMS recomiendan evitar que los niños vean pantallas hasta los dos años por considerar que los estudios apuntan a que se producen más efectos negativos que positivos.
Tal y como nos dice Catherine L’Ecuyer autora del libro Educar en la realidad. “Los niños necesitan realidad. Necesitan una educación humana. Necesitan que la mirada de sus padres y maestros calibren la realidad.” Es decir, el principal cuidador del niño según el momento del día (padres o profesores) será el intermediario entre la realidad y él; será el que dará sentido a los aprendizajes.
Por otro lado, Daniel Sieguel, psiquiatra, biólogo, profesor y miembro ejecutivo del Centro para la Cultura, el Cerebro y el Desarrollo de UCLA, señala: “No hay necesidad de bombardear a bebés o niños pequeños, con una estimulación sensorial excesiva con la esperanza de construir mejores cerebros” Y añade: “Durante los primeros años de desarrollo, los patrones de interacción entre el niño y el cuidador son más importantes que un exceso de estimulación sensorial”
También en este sentido Catherine L’Ecuyer nos dice “Cuando un niño está saturado por los estímulos del entorno, se adormece su deseo de conocer y deja de desear. Pasa de ser un pequeño emprendedor a un gran consumidor. Es decir, un niño que lo tiene todo, e incluso antes de desearlo, no necesita ser creativo porque no necesita nada, no anhela nada. Un estilo de vida familiar que da todo al niño o al adolescente, antes si quiera de desearlo, hace que el niño se conforme con una actitud pasiva y de consumo.”
Tanto el hogar como la escuela han de ser lugares que ayuden al niño a descifrar lo que les rodea y a entender la realidad; de esta forma con la metodología NCA, que llevamos a cabo en los centros la Salle, ellos son los protagonistas de su aprendizaje. ¿Y cómo conseguimos que ellos sean los protagonistas? ¿Qué significa eso? Significa que no sean meros recibidores de información, que su aprendizaje no sea pasivo; en ellos deben surgir preguntas y ellos mismos buscar las respuestas; los maestros estamos para guiarles en ese aprendizaje y darles la respuesta que necesiten ante la realidad que están viviendo.
Para finalizar, Catherine L’Ecuyer nos dice al respecto “Nuestros hijos deben oler el musgo, escuchar los grillos, contar las estrellas, tocar la piel de los melocotones, perderse en la mirada de sus padres o profesores, saber leer la tristeza en el rostro de un amigo y sentir compasión haciéndolo, apreciar el reflejo de la luz en las gotas de lluvia y sentir el tacto de la hierba que pica. Necesitan entender el sentido de lo que ven y viven.” Y ahí es donde es crucial la figura del adulto para que de sentido a lo que ve y siente mientras simplemente está viviendo.